AMADA AMANTE: DISCURSO FEMENIL DE GABRIELA MISTRAL


Por Eliana Ortega

(A mi madre)

"Si quedase aquí a unas horas, mi madre vendría a mí, desde
aquel ángulo en sombra, y arañando por los muros cuajados de
gestos anchos, yo descubriría mi propio semblante"
(1)


Encontrar voces auténticas de la experiencia del ser mujer no es fácil. ¿,Por qué entrar en detalles para reiterar las razones que validen la autenticidad de dichas voces, si ya son conocidas? El hecho es que conocemos más la gesta heroica del viaje del héroe, que el camino de la madre-mujer(2).

Varias son las teorías que apuntan al fenómeno social de orfandad de madre en el sistema patriarcal. A partir de este marco teórico entonces, mi propósito en este trabajo es restaura para todas y todos, el sentido ancestral de un modo de ser/estar ginecéntrico en el mundo, desde una toma de posición feminista en mi lectura de Gabriela Mistral.

Hay que leer el discurso femenil de Mistral como una creación construida por un yo femenino, referido y afianzado desde la relación con la Otra Original, la madre.

Se explicaría así la preponderancia de madres en el discurso mistraliano, y la compleja dimensionalidad de ese sujeto femenino al desdoblarse, reflejar, refractar la imagen de la madre en su propio yo. Tal desdoble del sujeto también puede leerse en esos encuentros mistralianos con la Diosa, con la Virgen, con la madre indígena y sobre todo con la madre-tierra.

Para revelar esta multiplicidad de sentidos de la imagen de la mujer en el discurso mistraliano, se hace necesario desconstruir y desmitificar los paradigmas culturales masculinos con que se ha leído hasta hace muy poco, y reconstruir su figura y configuración de mujer con el fin de liberar nuevos significados, nuevas lecturas de su creación. Basta comenzar esa lectura de lo femenil, con la palabra de ella y que ella misma adopta para nombrar la escritura de las mujeres: "Me deja en estupor el escándalo que hacen algunos alrededor de la literatura femenina. ¿Tiene algo de sufraguismo una canción de cuna? Pues ésto es para mí la literatura femenil" (3).

Tal concientización de su práctica escrituras signa que en la obra literaria de Mistral haya incontables poemas y recados escritos en prosa, en los que se explicita no sólo su deseo de escribir desde un centro materno-mujer, sino que hay una voluntad de escribir, desde y para las mujeres.

Dice en "Lecturas para Mujeres" con conciencia de una poética femenil: "Es éste ensayo de un trabajo que realizaré algún día en mi país, destinado a las mujeres de América. Las siento mi familia espiritual; escribo para ellas, tal vez sin preparación, pero con mucho amor" (4). Su voluntad es tajante: se trata de tomar y recorrer el camino de la madre.

Bien sabemos que el tomar ese camino no es nunca fácil, y ni siquiera es visible. Sabemos que una de las manifestaciones más perniciosas del desorden patriarcal, de las religiones patriarcales por ejemplo, es precisamente el negarnos la conexión con nuestras madres, el negamos la unión con la Diosa-Madre. ¿Acaso Mistral no centraliza y retoma la tradición materna ancestral de la madre latinoamericana? Como latinoamericanas, nuestra separación de esa madre es más dañina que para otras mujeres: la usurpación de nuestra tierra que se inicia con el sistema patriarcal colonial nos ha dejado mucho más huérfanas de madre, y la virgen europea (incorpórea, asexual, desmaternizada) no nos reconecta con el origen nuestro, y nos impide construirnos una identidad autóctona; es esa identidad que Mistral corporiza a través de sus textos poéticos y ensayísticos.

Gabriela Mistral entonces, con gran conciencia de que la construcción de una subjetividad femenina depende de la representación que la cultura oficial produce de la mujer, asume la tarea de construir/se desde la "madre verdadera" (5) que lamenta se haya perdido:

"Ayer no más era una
y se podía tenerla
diciendo nombre verídico
a la madre verdadera".

Mistral opta por seguir el camino de esa madre original. Al hacerlo, su escritura desenmascara la ideología patriarcal dominante que sólo ofrece verdades parciales, con el propósito de construir falsas coherencias e imágenes míticas de la mujer. Por ejemplo, con respecto a la madre-mujer, el eliminar las contradicciones intrínsecas de cada una de ellas en el discurso patriarcal sólo conduce a oscurecer las condiciones reales de la existencia femenina y como consecuencia de tal desfiguración mítica se niega la experiencia histórica de las mujeres y su autenticidad. Mistral acepta y exacerba las contradicciones. Dice: "La mujer nuestra anda por ahí, terciada de fortaleza de cólera y de piedad a la vez. Yo la veo en mí misma con idéntica veteadura contradictoria" (6).

Cómo no ha de resaltar las contradicciones inherentes al ser mujer, al ser latinoamericana y, además, al ser mujer que vive una sexualidad no-convencional, inmersa en un mundo patriarcal que la apadrina y sólo la acepta y ampara siempre y cuando no se "salga de Madre", es decir, no exceda los límites que le impone el orden patriarcal. Mistral, entonces, plenamente consciente de que la literatura en sí misma es una práctica discursiva cuyas convenciones contienen los códigos de las convenciones sociales, y consciente que la literatura puede entrar en complicidad con esos códigos, ella se resiste y transfigura-feminiza todo espacio y toda palabra, amadrina todo espacio y toda palabra. Todo se vuelve madre, pero madre nuestra, madre mujer, madre tierra, Diosa madre. Por ese constante cuestionamiento solapado al orden patriarcal, es que la escritura de Mistral pasa a ser transgresora. Por eso, esta escritura es de una inevitable y constante tensión, como lo es la de toda escritora que cuida pudorosamente no reforzar ni reinscribir códigos que no la interpreten. La escritora transgrede y transforma desde su yo-centro, madre-mujer/mujer-madre: ella transforma a la deidad en mujer, a la poeta en una cuenta-mundo (testigo de las fuerzas naturales y agente de ellas); la canción de cuna en canto hacia sí misma, transforma, en fin, a la amada sufriente en la amada amante.

Leer a Mistral hoy exige forzar el ojo, mirar de frente y de soslayo para desvinculamos de la matriarca, hecha a imagen y semejanza del Padre, matriarca erigida por el patriarca, y centramos en la madremujer, poeta-madre, amada-amante.

La amada-amante de Mistral es pues, la Otra original, indispensable comienzo con la que toda mujer establece su primera relación amorosa y su primera identidad, la Madre. Pero, la amada-amante de Mistral es también la contra-cara de la amante infeliz y despechada de las hablantes de Desolación, que son mujeres dependientes del hombre, despechadas por él, silenciadas y utilizadas por él. Situada en dichos desdobles contradictorios, la amada-amante se corporiza en la voz y la imagen de una mujer autodefinida tal como son sus "Locas Mujeres". Así la amada-amante es Eva/Ave en una; es carne y espíritu, y es madre-mujer, lo que implica tener tanto una sexualidad activa como una espiritualidad potente. La amada-amante es, por ejemplo, la madre que con su fuerza cósmica definirá el futuro de la raza ya que sus "rodillas mecen la raza latina y no hay destino más grande y tremendo que el 'suyo'a esta hora" (7).

La amada-amante suplanta a la amada sufriente en Desolación, que la crítica tradicional ha venido leyendo e imponiendo como estereotipada representación de la mujer y la maternidad en su lectura de la obra mistraliana. No hay duda que esta crítica se empeñó también en leer a Gabriela Mistral basándose en experiencias de su vida, también parciales. Si nos quedáramos con esa lectura parcial exclusivamente, veríamos a Gabriela Mistral anclada en una edad muy temprana, en un amor trágico y eterno, en otros platónicos y heterosexuales; en fin, la veríamos constreñida en una asexualidad bastante patológica. Conviene en este momento aventuramos por el camino de la madre, nosotras también, y preguntamos desde ese lugar el porqué se la ha leído negando la complejidad de su ser mujer; ¿por qué se han silenciado sus largas, profundas e íntimas relaciones con mujeres que fueron personas centrales en su vida, y que por serlo, fueron conformando su identidad femenina como también su palabra mujer?

Ahora bien, tal como el patriarcado ha logrado separamos de las madres, es decir, separamos a las mujeres, silenciando o desvalorando la relación primordial, madre-hija, así también se silencian la multiplicidad de otras formas de relaciones entre mujeres. ¿Hasta dónde lleva Mistral ese sentido de amor entre mujeres? ¿Cómo leer sus experiencias y deseos sexuales profundamente femeninos, si el patriarcado siempre silencia toda experiencia sexual que no sea heterosexual, incluyendo las relaciones amorosas entre mujeres? ¿Cómo leer la experiencia amorosa, desdoblada en la experiencia de la maternidad para enmascarar un lesbianismo primigenio? Estas reflexiones, preguntas retóricas, nos ayudan a explicar el daño que se le ha hecho a Mistral al silenciar parte de su existencia vital: su sexualidad. Este silencio en relación a la vida de Gabriela Mistral nos ha deformado su imagen, y ha censurado la lectura de sus textos; por ejemplo, nos ha impedido reconocer la vitalidad, la sensualidad y su erotismo femenino y su voluntad; como también nos ha impedido captar en toda su profundidad la autotraición, el autoexilio y el dolor que van implícitos en la negación de una parte vital de su existencia (8). Es por eso que las lecturas patriarcales se concentran en la represión de lo femenil mistraliano y en la sublimación de la sexualidad en la maternidad concebida según el patriarcado.

Por todo lo anterior, desde mi lectura feminista, planteo la centralidad en el discurso mistraliano de la relación amada-amante, es decir, la relación con la madre, la conexión con la Otra, porque si ésta se niega, no sólo se mutila a la mujer, sino que se la atrapa, creándole una mayor dificultad en su expresión, estableciéndose así el peor obstáculo para construir su subjetividad. Ahora bien, si consideramos que son muy pocas las mujeres que sólo indirectamente han descubierto aquello que debería haberse reconocido universalmente como la relación primigenio: la relación con la Otra mujer, con la madre, con la Diosa, con la Tierra, podemos afirmar que Gabriela Mistral fue una de esas pocas mujeres.

Para anticipar esta lectura alternativa de su obra, recurro al mejor ejemplo poético de una relación amorosa entre mujeres, su poema "La Flor del Aire", poema en que se encuentran -Diosa y discípula amada-amante- cara a cara, cuerpo a cuerpo:

"Yo la encontré por mi destino
de pie a mitad de la pradera
Gobernadora del que pase,
del que hable y el que la vea...

Al encontrarla, como siempre,
a la mitad de la pradera
segunda vez yo fui cubriéndola,
y la dejé como las eras..."

Desde esta óptica feminista, se lee "La Flor del Aire" como un poema que celebra la fusión amorosa entre Diosa-madre y novicia-hija; fusión que se da en el acto creativo, que a la vez representa la intimidad posible de alcanzar en dicha relación. Es un texto poroso en que priman la complicidad y el goce, sentimientos que contribuyen y posibilitan la liberación de ambas: sin reprimir sus deseos, sin anular ni a la amada ni a la amante.


En Raquel Olea y Soledad Fariña, editoras. Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. Santiago, 1990. Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, Editorial Cuarto Propio, Isis Internacional.

Notas

1. Gabriela Mistral, "Las grutas de Cacohuamilpa", en Croquis mexicanos, Alfonso Calderón (Ed.), Ed. Nascirnento: Santiago Chile, 1979, p.77.

2. Ver: Kathryn Alien Rabuzzi, Motherself: A Mythic Analysis of Motherhood, Indiana - U. Press: Bloomington, 1988.

3. G. Mistral, "La enseñanza una de las más altas poesías", en Magisterio y Niño, Roque Esteban Scarpa (Ed.), Ed. Andrés Bello, Santiago, Chile, 1979, p.272.

4. G. Mistral, Lecturas para mujeres, Ed. Porrúa, México, 1980, P.XIII.

5. G. Mistral,"Deshecha", Tala, Ed. Porrúa, México, 1981, p.159.

6. G. Mistral, "Sobre Marta Brunet", en Recado contando a Chile, Alfonso M. Escudero ed., Ed. del Pacífico, Stgo., Chile, 1957, pp.42-43.

7. G. Mistral, "A la mujer mexicana", en Croquis Mexicanos, p.25.

8.Ver:Adrienne Rich en sus aitículos incluidos en: On Lies, Secrets and Silences: Selected Prose 1966-1978, Norton and Co.: New York, 1979.