DESHILANDO EL MITO DE LA MATERNIDAD

Por Liliana Trevizán


Mistral construida en el mito ha quedado instalada como una estatua. Ni la crítica, ni los editores, tampoco los poetas, ni siquiera los maestros hurgaron en su obra. No existe aún la edición acabada de sus obras completas, no hay estudios críticos serios de sus textos(1), en las escuelas repiten los mismos dos o tres poemas y -como constataba Enrique Lihn (2)- de todos los poetas chilenos, Gabriela Mistral es la única que no fundó escuela entre las generaciones posteriores.

¿Acaso su texto resultó poco cercano? ¿o muy hermético? ¿o es la temática la que no se comparte?...

Nada de eso. Todos sabemos el espacio que la figura de Mistral ocupa en el concierto internacional, donde se le reconoció nada menos que con el Nobel. A todos nos enorgullece hallar sus "Sonetos de la muerte" en una antología bilingüe norteamericana y leer:

"Entre las poetas latinoamericanas del siglo veinte, hay por lo menos dos que parecen resumir el ideal de la mujer maternal. Como la maternidad es una institución sacrosanta en la sociedad latinoamericana, estas dos mujeres tienen un seguimiento devoto. Una de ellas es Gabriela Mistral. La otra es Claudia Lars. Ambas fueron reconocidas por su generosidad y compasión"(3).

¿Quedará aún la huella en el texto de Mistral? ¿Podremos rastrear bajo lo borroneado?

Escritura de textualidad violentada por un discurso que impuso la división genérica en todos los espacios. Se leyó en mujer / femenino / sierva / esclava / virgen / ramera / leona / madre/. Sobre todo madre, la definición de género per se: la madre. La maternidad(5) como uno de los elementos definitorios del discurso dominante. Uno de los rasgos de este discurso, nos ha llegado apoyado en los versos de Mistral, sobrepuesto al texto mistraliano. Queremos hurgar bajo el borrón y entrar al constructo hecho sobre la textualidad de Mistral, para revisar las lecturas posibles en la arista de la maternidad.

El mito de la maternidad (6) ha sido el soporte más eficaz para mantener la división social entre el sistema productivo y el reproductivo; para que las mujeres nos quedáramos en casa criando a los hijos, se ha urdido una aureola sobre esta tarea que es responsabilidad de la humanidad en su conjunto. También se ha ejercido violencia sobre la textualidad de Mistral, para leer en ella la figura maternal idealizada, que ha venido a engrosar el bulto de nuestras culpas.

Es cierto que su obra contiene canciones de cuna, que escribió poemas para niños y que fue maestra rural. Con estos hilos se ha urdido la trama del mito, sin embargo, sobre estos tres aspectos se puede también empezar a destejer.

Respecto de las canciones de cuna, que no son más de 34 en toda su obra, Bernardo Subercaseaux ha escrito un artículo (7), en el cual inserta este compendio en la tradición literaria de la época y llega a demostrar que expresa la concepción idealista, fundamentalmente la de Rodó, que dio origen a importantes corrientes del pensamiento latinoamericano, que se inscribieron en el idealismo utópico de las primeras décadas del siglo XX.

En relación a los poemas para niños -como los famosos "Piececitos", que todos lloramos en la escuela- cabría decir que falta un estudio serio, que considere el eje articulador de estos poemas, en torno a la denuncia de la situación social, en la cual los niños están desprotegidos frente a una sociedad clasista; el poema busca conmover y provocar la conciencia del lector, apelando a su sentimentalidad. Con lo cual quiero decir que el contexto de estos poemas hay que situarlo en la llamada "poesía social" de la época.

La circunstancia de haber sido maestra de escuela rural, ha sido leída como la de una joven campesina que logró superarse y llegar a obtener el premio Nobel; reduciendo su aporte, para crear la imagen de una mujer hecha a sí misma, siguiendo el modelo norteamericano; sin embargo, poco se ha analizado el rol que ella tuvo en la reforma educacional hecha en México(8), donde fue contratada por el gobierno para elaborar planes y programas educacionales, acordes con la Revolución. Mistral tenía una gran cercanía ideológica con Vasconcelos (9) y se le asignó esta tarea mayor por sus teorías respecto al sistema educacional en Latinoamérica. De modo que queda también por estudiar su aporte específico en el campo de la educación. Sirvan estos elementos del constructo, como anticipo de la relectura que propongo hacer, en torno al mito de la maternidad que le ha sido impuesto al texto de Mistral.

El texto que queremos deshilar indaga en la poesía mayor de Mistral la forma en la cual el mito ha sido apropiado, rechazado, subvertido y retejido en una textualidad nueva.

¿Se somete el texto de Mistral al mito de la maternidad?

El mito de la maternidad se basa, fundamentalmente, en no hacer ninguna diferencia entre los dos momentos del proceso reproductivo; de modo tal que diseña una lógica social que supone que tener a cargo uno de ellos, implica, necesariamente, al otro; es decir, que la mujer al ser biológicamente capaz de reproducir la especie, es también la encargada de cuidar el proceso de adaptación posterior (10). De aquí todo aquello del sentimiento maternal, de la virgen y el niño, de la leona con sus cachorros, de que madre hay una sola, de que es más madre la que los cría y todo aquel andamiaje destinado a apoyar las bases de la sociedad así estructurada.

En el texto poético de Gabriela Mistral encontramos una gran cantidad de marcas textuales referidas a la maternidad, por lo cual basta con tomar algunas de ellas como ejemplo, para releer el sentido del uso de este lenguaje propio del mito, en el corpus de su poesía mayor.

He seleccionado poemas de Desolación, Tala y Lagar, en los cuales he encontrado marcas del mito de la maternidad. Se buscaron todas las palabras cuyo significado forma parte del discurso relacionado con el proceso reproductivo; tanto del hecho físico del embarazo y parto, como con el proceso de adaptación y socialización de los hijos. Estas marcas maternales en el texto son de dos tipos:

    a) Las que se refieren a la maternidad como experiencia personal de la mujer.

    b) Las que se usan como marca genérica en la génesis de la naturaleza o de los elementos básicos.

a) Las marcas experienciales son notoriamente menos que las otras. Específicamente, podemos destacar dos poemas en los cuales se habla directamente de la maternidad, como experiencia personal de una mujer. Unos de ellos es el conocido "Todas íbamos a ser reinas", en donde se alude a la maternidad como experiencia de tres de las cuatro mujeres nombradas: Soledad, Efigenia y Lucila.

Soledad, que "/ crió siete hermanos y su sangre dejó en su pan /... con su puro seno candeal, / mece los hijos de otras reinas / y los suyos nunca-jamás". Es una experiencia negativa en dos aspectos, no tuvo hijos propios, por un lado, pero, además, la crianza se muestra como un verdadero sacrificio de sangre para la que lo realiza.

"Efigenia cruzó extranjero" y le siguió sin hablar, no tuvo tampoco hijos con él, es una experiencia en la cual la maternidad es una ausencia, un "cruce", que connota oblicuamente la relación sexual, sin embargo no resulta en una asunción del género. No hay hijos como resultado. Esto podría leerse como un acto de elección, sin embargo, se revierte en los versos siguientes, donde la mujer aparece subordinada al hombre, le sigue "porque el hombre parece el mar". Lo que en el contexto mistraliano no es un signo positivo, sino de lo ineludible. El modo en que se trata la relación de pareja en esta estrofa, permite apoyar una lectura feminista del texto, como denuncia de la condición subordinada de la mujer en la sociedad, la cual no le permite realizar sus aspiraciones.

Y, por último, tenemos a Lucila, que "/ en las nubes contó diez hijos /". La maternidad es asumida en términos positivos, pero en un sentido oblicuo, desde las "/... lunas de la locura/". Como experiencia, es una sublimación de la ausencia de hijos, en aras de la creación artística. El mito no es aceptado por esta Lucila, se revierte, porque los hijos son el producto de la imaginación, el dibujo de las nubes, la obra literaria misma.

Por lo tanto, ninguna de las tres experiencias narradas en este poema se somete al mito de la maternidad.

Otra referencia a la maternidad como experiencia personal aparece en "La copa", que pertenece a "Gestos", de Tala. Este ha sido estudiado como uno de los poemas más importantes para determinar el arte poético de Mistral (11). El poema muestra la opción vital de la hablante por llevar una copa, que es el don de la poesía y tiene además una connotación de don divino en general. La mujer que ha llevado la copa rechazó cosas que eran deseables en términos sociales: el progreso, el elogio a la modernidad y al poder; por último, rechazó tener hijos.

"No saludé las ciudades;
no dije elogio a su vuelo de torres,
no abrí los brazos en la gran Pirámide
ni fundé casa con corro de hijos".

La estrofa siguiente comienza con un "/ Pero... / es decir, "a pesar de ello", lo cual reivindica la legitimidad de su elección personal, que es la de llevar la copa, la de la producción literaria. Es la opción de ser escritora, asumida como rol social, opuesto al de la maternidad.

Este es un poema central en el cual se explicitan las opciones posibles para la mujer: el sometimiento al modelo societal de subordinación al poder, o, en lugar de ello, el seguimiento del camino propio. La que habla este poema dice que no ha cumplido con lo que la sociedad esperaba de ella, no se ha sometido al poder, en ninguna de sus formas, una de las cuales -dicha como corolario- es que no ha tenido hijos. El modelo no logró imponérsele, sino que se atrevió a realizar la elección, que en este caso es desarrollar el don artístico que le ha sido otorgado, según la concepción cristiana de Mistral. Hay otros poemas en que la experiencia de la maternidad es aludida indirectamente, no menos significativamente, sin embargo. Como ocurre en las reiteradas referencias al personaje bíblico de Sara que se encuentran en Tala. Importante me parece destacar la que se hace en el poema "Pan": "/ yo con mi cuerpo de Sara vieja /", en una abierta vindicación tanto del propio cuerpo, como el rol de Sara, que es la mujer de Abraham, la que no estaba ya en edad de engendrar hijos, cuando Yahvé le dijo a él que tendría descendencia; dado lo cual él se sirvió de una esclava joven para cumplir con el mandato divino. A pesar de ello, Sara logra, finalmente, concebir un hijo para Yahvé. Este hijo es Isaac, quién más tarde es solicitado en sacrificio. No deja de ser, a lo menos, curioso que la Biblia destaque que Sara estaba vieja para concebir, mientras hace aparecer al patriarca como muy prolifero, habiendo éste ya cumplido los cien años de edad. El pasaje bíblico es una abierta justificación del adulterio del patriarca. Mistral encuentra identidad en la sojuzgación y el ultraje de esta mujer, reponiendo su dignidad en el texto propio. La explicitación de la vejez corporal es también un elemento que rompe con el constructo; se vindica tanto la referencia directa al propio cuerpo, al tiempo que muestra la vejez como un período natural de la vida. Se apropia del discurso que ha consagrado la respetabilidad a los patriarcas viejos y lo subvierte en textualidad de mujer, para reivindicar a las mujeres viejas.

b) Las marcas textuales en torno a lo primigenio son, evidentemente, mayoritarias en el texto de estos tres libros, constituyéndose en un eje de polaridad significativa en la obra de Mistral. Inscrita en este eje, puede trazarse, claramente, una línea connotativa que se articula en torno a las marcas del mito de la maternidad.

Siguiendo con "Pan", la cuarta estrofa se delimita en dos versos ejemplificadores: " / Huele a mi madre cuando dio su leche, /y / y a mis entrañas cuando yo canto /". Ambas marcas se escapan del tópico, ya que lo que se destaca del amamantamiento es la sensualidad del acto en el recuerdo, más que su valor social o nutriente. Se trata de la percepción de actos primigenios, profundos en su sencillez. Del mismo modo, las entrañas son significativas en el canto, no en el embarazo; es decir, se ha revertido el tópico para usarlo como figura para reivindicar la maternidad a la cual la poeta adhiere, la de la producción poética.

De modo tal que la mitología tradicional de la maternidad se ha subvertido: Encima de madre / reproductiva / pasiva /, se ha tejido: / actividad / productividad /. La yuxtaposición de esta urdimbre transgrede nuevamente la metáfora corriente, de uso masculino, y la transmuta en signo femenino. La "paternidad" de la obra literaria, es en Mistral La Maternidad. Es esta maternidad la que mayormente puede dar el apelativo de "maternal" a la poeta chilena, según esta lectura propone.

En el poema "Agua", se pide volver a estar cerca del agua, dice: "/Tenga una fuente por mi madre /... / ¡Rompan mi vaso y al beberla /me vuelva niñas las entrañas! /". De nuevo las marcas de maternidad se conjuntan con las de la creación literaria. La fuente es el lugar del cual fluye el don y la copa el recipiente en que la poeta lleva este don; las entrañas se desean niñas, nuevas para producir durante más tiempo. Ciertamente que no usa la palabra como sinónimo de aparato reproductivo, sino como espacio de producción.

Otra vertiente de esta textualidad se halla en las adjetivaciones de la naturaleza, como en "Salto del Laja", que en la séptima estrofa "/Baja el ancho amor vencido / medio dolor, medio dicha, / en un ímpetu de madre / que a sus hijos hallaría... /" donde la comparación entre la madre y el río se encuentra en la fuerza indómita que ambos llevan. En estos versos puede decirse que sí hay una utilización no cuestionada del mito de la maternidad, leído en la arista de la leona. Quiero destacar que estos son los únicos versos, entre los revisados, en los cuales se puede tener una lectura acorde con la mitología.

"Beber" (Tala), es un texto central para la lectura americanista de Mistral que todavía no se hace; allí hay un juego entre la experiencia personal y la adjetivación del paisaje.

Por un lado, "/ y como cien madres las palmas/" en donde el número cien borra la figura maternal para magnificar el sentido originario de la naturaleza. Por el otro lado, "/ y yo bebí, como una hija /agua de madre, agua de palma /". La madre aludida es la palma, es la noción de lo originario, que le ha otorgado la revelación de su identidad con lo indígena. Es un acto sagrado y social, pero pasa también por la experiencia personal, en la cual la hablante se restituye una posición de hija, hija de la naturaleza, hija de la raza, hija de una madre concreta, también... "/A la casa de mis niñeces / mi madre me llevaba el agua /". La maternidad es parte del rito sagrado de la originalidad primitiva en este texto. No se trata de una madre individual, sino de cien madres, que aluden a la pluralidad en la cual se reúne lo latinoamericano y la experiencia de la maternidad como algo social. Me interesa que a esta identidad se le haya dado sello de mujer, de madre y de hija, en el texto. El agua de palma es la savia de la planta, lo cual importa el traspaso de sabiduría entre mujeres. Podemos atraer aquí los mundos de mujeres solas, ya que la sabia es también el secreto entre mujeres, lo socialmente prohibido, todo el mundo de la magia y del hechizo, con el cual encontramos, aquí, un espacio solidario de identidad de mujer.

En otro poema de Tala, "Cascada en sequedad", existe la misma noción de identidad entre madre e hija, como hilos de un mismo carrete. La solución de continuidad identifica a ambas; en este caso, se trata, nuevamente, de la creación poética transmutada en agua: "/ agua, madre mía / e hija mía, el agua /". La noción de que el discurso poético es fuente, y a la vez producto, que existe una cadena en el proceso, es trasladada al campo de la identidad entre la madre y la hija. De nuevo tenemos aquí la comunicación de la mujer con su género, hallando identidad en este proceso. Elemento que es muy propio de la reivindicación feminista actual, donde se intenta rescatar la noción de madre, en términos de imprimir valoración al rol social del proceso reproductivo, tal como la tiene el proceso productivo.

Podemos volver a las preguntas iniciales: ¿Es el texto de Mistral demasiado hermético? Tanto como ha sido la simple tarea de leer de nuevo estos versos. ¿Es maternal? Tanto como puede serlo cualquier escritor que se refiera a los orígenes del hombre usando la metáfora de la procreación. La única diferencia es que mientras la mayoría de los poetas la refieren al hombre, Mistral utiliza una de género femenino.

Muchas preguntas quedan abiertas y el texto se abre a nuevas lecturas. Hay que seguir rastreando en la huella. Hay una forma de decir, que se estrella frente al pilar que se ha erigido con este discurso; pero la propia fuerza de una toma de conciencia frente al texto propio -de cada una de nosotras- nos posibilita instalamos de otro modo frente a la consagrada. A esa privilegiada, a la cual se le ha concedido el don de estar entre los grandes.

¿Acaso queremos dar la mirada desde el otro lado y clausurarla?

¿Acaso no se puede seguir hurgando en la huella? Haber leído de nuevo estos textos sólo tiene la intención de incitar a la búsqueda del texto, más allá, hasta donde nuestra propia huella lo permita.

Quiero decir que estoy leyendo de nuevo el amor maternal en Mistral y me gusta pensar que no se sometió a las ideas impuestas. Sin embargo, creo que es necesario volver sobre el verso... "/ ni fundé casa con corro de hijos/". En la lectura anterior, estábamos pensando que podía leerse como una evaluación positiva de la opción por la no maternidad. Lo cual nos acerca a una lectura de Mistral, solidaria, con nuestras reivindicaciones genéricas más sentidas.

Coloquemos ahora este verso frente a la noción de maternidad vigente en el contexto en el que Mistral vivió. Allí la maternidad está hipervalorizada, no existe aún el control de la natalidad, el aborto no era legal en ningún país del mundo. La soltería no era una opción sino para muy pocas mujeres, entre las cuales puede haber estado Mistral, después de haber viajado y vivido afuera. Sin embargo, el no haber sido madre también pesaba como un estigma en su carrera; de modo que era necesario enfrentarse al mundo y a su propia conciencia, desarrollando este "don" natural que nos es concedido a las mujeres, por obra de gracia. Es sacrilegio despreciarlo. Hay que seguir la senda e intentar emular a la Santa Madre, hay que sublimar el instinto y darse por entero a los niños, hay que ser muy maternal: hay que justificar no haber sido madre físicamente. Es difícil pensar que no haya dolor al percibir la mirada de los otros sobre sí misma. ¿Se puede pensar que la fuerza de la tradición milenaria se esfuma en el intento personal? Hay que ser, poéticamente, al menos, madre de madres. A pesar de no haber fundado "/casa con corro de hijos" / (12).

Cuando el texto de Mistral se refiere a la maternidad, como experiencia personal de una mujer, los versos tienden a estar cargados de connotaciones negativas; en tanto que, cuando se utiliza el tópico de la maternidad, en el contexto de la creación literaria, la textualidad se revierte, generando un tejido nuevo, que se enriquece en la identidad genérica. Si en definitiva el texto de Mistral es maternal o no, es asunto de hebras más o menos; sólo que el tramado no se urdió en una sola tonalidad.

Una lectura diferente es el intento de cruzar ese espacio peligroso, aquél en el cual nos hemos de quedar en suspenso entre la urdiembre de las distintas lecturas posibles. Lo que categóricamente desplazamos en esta aproximación, es la lectura de Mistral inscrita en la mitología de lo maternal, en un sentido tradicional.

Creemos que, en lo referente al mito de la maternidad, es en el cruce entre mirarse sola y dejarse ver por los demás, que podemos orientar una lectura nueva, tal vez más solidaria con Mistral, e incluso con nosotras mismas. Una lectura en donde sea posible el respeto por las opciones personales, de modo que la huella quede, a pesar de todo.


En Raquel Olea y Soledad Fariña ed. Una palabra cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. Santiago de Chile, 1990. Corporación de Desarrollo de la Mujer La Morada, Editorial Cuarto Propio, Isis Internacional.


Notas

1. Entiendo que el centenario ha sido la ocasión de remediar el olvido, con publicaciones y trabajos, tales como el presente Encuentro.

2. Pedro Lastra, Conversaciones con Enrique Lihn, Universidad Veracruzana, México, 1980, pp.91-98.

3. Nora Jacquez, ed. Open to the Sun, A bilingual Anthology of Latin America Women Poets, Perivale Press, California, 1980.

4. Utilizo "Huella" en el sentido de "... diferencia entre lo sensible que aparece y su aparecer vivido, la síntesis temporalizadora que permite a las diferencias aparecer en una cadena de significaciones...... Jacques Derrida, De la gramatología, Siglo XXI, México, 1984, p.74 y ss.

5. Ver "Conclusiones", en Marilyn Yalom, Maternity, Mortality and the Literature of Madness, Pennsylvania State University Press, 1985, p. 105 y ss.

6. Naney Chodorow y Susan Contratto "The Fantasy of the Perfect Mother", en Rethinking the Family: Some Feminist Questions, ed. Barrie Thone y Marilyn Yaloni, New York and London: Longman, 1982, pp.54-7 1.

7 . Bernardo Subercascaux, "Gabriela Mistral: Espiritualismo y Canciones de Cuna", en: Cuadernos americanos, Marzo-Abril 1976.

8. Ver Marie -Lise Gazarian- Gautier, Gabriela Mistral, The Teacherfrom the Valley of Elqui, Franciscan Herald Press, Chicago, 1975.

9. Ver Onila Jiménez, La Crítica Literaria en la Obra de Gabriela Mistral, Universal, Miami, 1982, pp.39-41.

10.Ver Motherself, A Mythic Analysis of Mother. Katheryn Allen Rabuzzi, Indiana University Press, 1988, pp.79-87.

11. Ana María Cuneo, "Hacia la Determinaci6n del Arte Poética de Gabriela Mistral: El origen del canto poético", en Revista Chilena de Literatura, Universidad de Chile, Nº 29, Abril 1987, pp.57-68.

12. Acerca de la contradicción entre el rechazo y la adaptación a la norma, y entre la teoría y la práctica, ver Julia Kristeva, Revolution in Poetic Language, Columbia University Press, 1984, p.202 y ss.