EL MAR I (1)


Llévenme al mar y me dejan
abandonada a mi Dueño, (2)
ya que no me pueden dar
a aquel que no tiene tiempo

Nunca recuerdo por qué
camino como el poseso,
sin adoptar una casa
ni andar un solo sendero,
pero cuando salta el mar
a mis ojos que van ciegos
sé que camino buscándolo
y grito de él cuando llego.

Llévame, adóptame, dame
tu sal, tu danza, tu ritmo,
y cancélame los puertos.
El padre mar me reciba
con su espumoso braceo
me dé la sabiduría
de su ley y de sus ecos
y su música me siga
y haga mi segundo cuerpo.

Aunque su grito me turbe
como al dios de mi deseo
y aunque me dé el desvarío
y la salmuera en el pecho
¿por qué siempre me devuelven
a la que hunde en su silencio?

Ya bostezo de la Gea
que no canta como Homero
tampoco como el Arcángel
menos como el Rey Hebreo.
¿A qué me cuentan historias
de ciudades que me dieron
donde un polvo innumerable
me blanqueó los cabellos
y vi morir a los míos
sin ver a su dueño eterno?

¿Por qué canté una canción
que devolvían los cerros
y no me quedé a la orilla
de mi cantor sempiterno?

Él no es la quedada Tierra
que recita el mismo cuento
y solo alcanza palabras
en la encina y en el cedro.
Sólo él da el canto divino
que consuela a los acedos
con canto y labios eternos.

Para cita con los míos,
con pastores y cabreros
y con los mineros huérfanos
de peán y canto nuevo,
"camina que te camina"
voy hacia el mar (3)
voy, voy yendo.

Él canta para los suyos
igual desde todo tiempo
y es nuevo a cada oleada
de salutación o treno,
y yo todavía camino,
la Madre que da el jadeo
y que sólo en las montañas
logra plegaria y anhelo.
Aquí estoy con el oído
empinado del deseo,
el rostro vuelto hacia aquel
que da en vano su mensaje
a las dunas de ojos ciegos.

Ya serví a la madre esquiva
que solo mece a sus muertos,
y ahora quiero servir
a mi Padre, el Hechicero
del pecho heroico y salobre.
A la tierra no fui dada.
A Él sí desde el nacimientos (4)


Notas

(1) Anota Doris Dana en el original: "ordenación hecha por G.M. el 7-5-54".

(2) "Abandonada a mi Dueño", " con camarada y con dueño".

(3) "Voy hacia el mar", "pido al mar su grito eterno".

(4) Al término del poema "El Mar" se incorporó la estrofa:
"Ya serví a la madre esquiva
que solo mece a sus muertos
y ahora quiero servir
a mi Padre, el Hechicero
del pecho heroico y salobre.
A la tierra no fui dada.
A Él sí desde el nacimiento."
            Esto, en consideración al orden determinado por la propia Gabriela no respetándose, por lo tanto, la numeración realizada por Gastón von dem Bussche y Doris Dana para el proceso de microfilmación de los originales de este libro. La revisión cuidadosa de estos originales nos obligó a concluir que el poema se encontraba inconcluso sin esta estrofa.