(II PRIMERA VERSIÓN)


A la tierra no me di (1)
que sólo me di al Violento
porque nunca él es el mismo
y nunca fue prisionero,
y es cantador sin fatiga
y con mil labios eternos.

Él no es la Mama Tierra
que repite el mismo cuento
y al peregrino da el polvo,
la calentura o el sueño.
No me devuelvan a aquella
que solo hace prisioneros.
Nunca a la tierra me di.
Sólo le presté mi cuerpo.

Quiero embarcarme algún día (2)
para viaje sempiterno
sin puertos y sin arribos,
divino viaje sin término.

En mi boca irá la gracia
de la acre sal de su pecho.
A norte o a sur mis vistas
no verán sino a su Dueño
y recobrarán mis ojos
el azul con que nacieron.

Vi en la Tierra resecarse,
los rostros como los leños
y menguar los ojos dulces
del adamita y del ciervo,
vi heridas las primaveras
y perdurar los inviernos
y ya morí muchas veces
en muerte de encina o cedros.
Mi propia muerte recito
como un refrán que me dieron.

Segunda vez yo nací
cuando llegué hasta mi Dueño (3)
y desde entonces camino
oteándolo en el viento
y cantando su aleluya
de hijo de Dios prisionero.

Cuando arribe el barco, bajen
cuantos aman los regresos
porque en costas les aguardan
los que con ellos nacieron.
No anuncien nombres de puertos
para mí los marineros.
Yo tengo casa vacía
y umbral de puro silencio.

No sé yo si he poseído (4)
en un mundo que era eterno
el arrullo sin relajo
de este padre y este dueño,
y no sé con qué palabra
que sería juramento
él me dijo de seguirlo
con el canto o el lamento
e ignoro por qué delirio,
sorda al grito de mi dueño,
quedé prendida a una casa
una morada y un huerto.

Solo alcanzando a las costas
fue el oír, el escuchar
y quemar mis soledades
y la orfandad de mi pecho (5)
*y fue el danzar y el cantar
danza, son, y canto nuevos.

Soñaría el mar mi madre (6)
cuando descendí a su seno.
La canción que ella cantaba
desde el hondón de sus cerros
sin relajo iba loando
al que canta eternamente
(A la Tierra no me vuelvan,
ella me lo dio por dueño).

Nunca él fue como la Gea,
aferrada a su secreto
que da al pobre peregrino
polvo, límite y jadeo.
Nunca quise a la callada
que retiene su misterio.

Tuve y tengo soledades,
anchas como Tierra y Cielo,
los otros han la congoja
del que no alcanzó el inmenso.
Cielos no tienen ni cántico
ni azules ni espumajeos.
Y vi a los tristes humanos,
huérfanos de padre y dueño (7)
y escuché a los pescadores,
ricos de fe y ojos nuevos,
ir cobrando y recibiendo
*de su cantor y su dueño.

El canto del adamita
es corto lacio y enfermo.
Los convido desde el mar
hacia canto verdadero.
Y en cada costa del mundo
los llamo, silbo y espero.

Nuestras palabras no saben
así deshechas del viento,
alcanzar adonde están
los tristes y los acedos. (8)
Yo les llamo desde el mar
que es padre de los encuentros.
Y el generoso y el fuerte,
de norte a sur va trayéndolos.

¡Qué dulce es llegando al mar!
mandar un grito en el viento
por si él lo toma y lo lleva
con la gracia que le dieron.
Y entender que lo recoge
a los vivos y a los muertos.*

Mar vivo, alto y señero,
con recado verdadero,
o me llevas a mis vivos
o me juntas a mis muertos.*
Nunca como en este día
tu gracia y tus silbos fueron.
Tráeme de vuelta, tráeme
respuesta en tu espumajeo.

Ya me cansé de la ruta
que me enseñó tu jadeo,
y su polvo innumerable
y su taimado silencio.
Ya me entrego al contador
que nunca conoció el sueño
y que no quiere cortar
su viejo Santo Excelsis Deo
y enseña a madres sin canto
la canción que hace a los héroes.

No quiero morir en urbes
ni en poblados ni en desierto.
Quiero morir escuchando
desde su grito mi anhelo
y contando a los petreles
que van pasando en el viento.
Venga el viento de mi nombre
y lléveme hacia mi dueño.

 

Notas

(1) En el original, al inicio del poema, aparecen confrontadas dos versiones de esta estrofa, la que no se consigna en la presente edición es la siguiente:
"A la tierra no me di
que sólo me di al violento.
Él nunca, nunca es el mismo
ni se entrega prisionero.
Él no es no, la Tierra-Mama
que repita al mismo cuento.
Su millón de labios canta
sin relajo de silencio.
A la Tierra no me di;
él desde el día primero."

(2) "quiero embarcarme algún día", "He de embarcarme algún día".

(3) "Cuando llegué hasta mi Dueño", "El día de hallarme mi Dueño".

(4) "No sé yo si he poseído", "No sé yo si tuve siempre".

(5) "Y la orfandad de mi pecho", "Y las nieves de mi pecho".

(6) Gabriela Mistral presentó dos versiones de esta estrofa numeradas 2 y 3:
2."Mi madre soñaba el mar
cuando yo bajé a su seno.
El ritmo de sus rodillas
era el de mi Padre Eterno".
3."Mi madre el mar soñaba
cuando yo caí a su seno.
Aquel ritmo que cantaba
como eterno ritornelo,
era el habla del Pacífico
el Padre del canto eterno".

(7) "Huérfanos de padre y dueño", "Huérfanos de canto eterno".

(8) "Los tristes y los acedos", "Sordos de polvo y barrenos".