UN EXTRAVIADO (1)


Nada ves y nada viste,
nada has entendido, hermano.
Nadie come el pan del otro
alto, sabroso y dorado,
y del reino que negaste
nadie te ha robado, hermano.

Nadie te arrancó la Dicha
de la que vas viudo, hermano,
ni por cerros ni por playas
la tuvo tu rostro pálido;
la Dicha oji-dorada
nunca te la arrebataron.

Nadie te puso de noche
en el morral ni en el vaso
la ola de hiel acérrima
que se te viene a los labios,
tampoco tus soledades
de hombre que no tiene hermano.

Nadie te persigue huido,
ni te hostiga en arribado,
ni te da lecho de ortigas,
ni la almohada de quebranto.
Abel ni Seth te hicieron
sólo tu alma, sin descanso.

Nadie siega como tú
siempre la ortiga y el cardo
la hoja de la genciana,
el tuero de jugo amargo, (2)
solo el limón de tu pecho
que muerdes desesperado.

Hombre, niño, ni mujer
han de tu esencia robado
lo que te diera Dios Padre
que de ninguno es trocado
para que muerdas tus puños
y sangres desesperado.

Triste vas del bien ajeno,
débil como el desangrado,
y el que llamas tu enemigo
reza por saberte salvo
y a más odias más te crecen
las pupilas de extraviado.

Va a ti quien camina siempre
a ti sin ser arribado
te halla dormido o despierto
te pasa y repasa hermano, (3)
pero sin ti nada puede
tu pobre padre enclavado.

Nadie ha despojado nunca
a mar ni río del canto,
no ha rebanado a la llama
el su cogollo abrasado
¡Y tú imaginas que apagas
la garganta de tu hermano!

Tu reino te dio el que Da
pobre Caín extraviado
y preferiste jugar
con sangre de tus hermanos
para hallarte cuando caigas
sin cuerpo, y sin alma, hermano.


Notas

(1) Existe en el microfilm una primera versión de este poema. Se publica, en esta edición, la segunda, por expresa indicación de la autora: "va".

(2) "el tuero de jugo amargo", "el tuero de tallo amargo".

(3) "te pasa y repasa hermano", "te pasa y repasa en vano".